Seguramente la población de Bogarra se inicia con un asentamiento íbero ya en el siglo V antes de Cristo y como muestra de ello queda la enigmática Esfinge de Haches, hallada a los pies de la atalaya del mismo nombre.

 

Bogarra era la antigua Bigerra, ciudad Tarraconense de la Bastetania. Durante las primeras Guerras Púnicas entre Romanos y Cartaginenses, Bogarra se alió con Roma, y aunque los Cartagineses lograron recuperarla, fue definitivamente romana allá por el año 214 a. de C. gracias al general Escipión.

 

Ya en la Edad Media, fue aldea dependiente de la ciudad de Alcaraz.

 

En el siglo XIV la población de Bogarra sufrió grandes ataques de los pueblos de la zona, y en el año 1351 se repoblará a causa de la reconquista según Petrel Marín, junto con las otras localidades de la zona, y frente al peligro de los moros granadinos.

 

De las torres fortificadas que ejercían función de vigilancia en la región, se conserva una en la población de Bogarra, en él termino de la Aldea de Haches, atalaya de estilo almohade (musulmán).

 

En el año 1452 el príncipe Enrique concedió el señorío de las salinas de Bogarra a Don Juan Pacheco, Marques de Villena, y éste las cedió al monarca Juan II, que posteriormente pasarían a pertenecer a los Reyes Católicos.

 

A principios del siglo XV se destruye la fortaleza de Bogarra por orden de la ciudad de Alcaraz.

 

Se dice que, mientras Alcaraz apoyó al infante D. Alonso, Bogarra apoyaba a su oponente Enrique IV, y gracias al rey Felipe II en el año 1573, se otorgó el privilegio a la villa de Bogarra costando por aquel entonces 1500 maravedíes.

 

Adentrándonos en el año 1638, la villa de Bogarra fue avasallada por la Inquisición.

 

Metidos en el siglo XIX, existen pruebas documentales de la detención y muerte del capitán Lozano, cabecilla carlista.